domingo, 29 de julio de 2007

El desastre de parir

La prestigiosa escritora Rosa Montero ha puesto con letras lo que muchos pensamos y decimos con voz pequeña: las malas prácticas que perduran en los paritorios españoles.

Somos conscientes del alto numero de cesáreas practicadas no se sabe bien en nombre de que objetivo. Pero el despropósito no se acaba en las cesáreas. En palabras de Rosa Montero:

“Sin embargo en España, y en Latinoamérica, continúa imperando una visión del parto patológica, intervencionista y jerárquica. A la parturienta se la considera una enferma (y no lo es); y además una enferma privada de derechos que en otras especialidades médicas sí se pueden ejercer. Lo necesite o no, sobre la parturienta a menudo se aplican rutinas desaconsejadas por la Organización Mundial de la Salud. Por ejemplo, la episiotomía (el corte vaginal) o el goteo (que acelera el parto y provoca mayores sufrimientos en la madre y el niño), sin información de las consecuencias de las mismas y de que existen otras alternativas”.
Esto mismo se ha venido diciendo en las revistas profesionales, sin que al parecer haya tenido el efecto deseado. Existe suficiente evidencia de la no idoneidad de estas prácticas, desaconsejándose por tanto su uso. De especial interés son los artículos publicados al respecto en la revista Evidentia)
Ha sido pues esta escritora la que ha dado la señal de alarma, mostrando la deshumanización que subyace en todo un proceso que debería ser lo mas natural del mundo. Os dejo los enlaces para que podáis leer y opinar de ello:
El desastre de parir:
http://www.elpais.com/articulo/portada/desastre/parir/elpeputec/20060813elpepspor_13/Tes
En la página personal de Rosa Montero:
http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/montero/cartasaldirector.htm
De lectura recomendable las cartas enviadas por médicos y matronas.

lunes, 23 de julio de 2007

El Secreto Profesional

La confidencialidad es una forma de secreto “confiado” mediante el cual el profesional está obligado a mantener silencio sobre todo aquello que conozca sobre una persona con motivo de su actividad profesional.

En el ámbito sanitario, el secreto profesional se establece como el deber de custodiar la información relativa al paciente, revelada por él o conocida a través de la relación profesional establecida por y para su atención sanitaria.

Este deber obliga a toda persona que, por su profesión (enfermeras, médicos, auxiliares, técnicos sanitarios u otros especialistas) o situación (administrativos, celadores, estudiantes) tenga conocimiento de materias objeto de secreto. Numerosas leyes, normativas y códigos deontológicos velan por este cumplimiento.

Ocurre que en la actividad profesional asistencial cotidiana surgen frecuentemente situaciones que suponen un conflicto en la confidencialidad. Deberemos ser extremadamente cuidadosos en las conversaciones que mantenemos en lugares públicos o que puedan oír terceras personas, o en la información clínica o evolutiva que proporcionamos a otros compañeros (profesionales sanitarios o no sanitarios), sobre pacientes a nuestro cargo, sin la consiguiente autorización por parte del propio paciente.

El Secreto viene a ser una verdad conocida por una o muy pocas personas, diferentes del interesado, cuya revelación sería considerada por éste, como un atentado contra la propia intimidad. Al derecho de que se nos protejan nuestros propios secretos, corresponde el deber de respetar la intimidad ajena.

El velo del secreto tutela el mutuo respeto y abre el camino a la confianza, al acceso al otro. Este respeto y confianza mutuos posibilitan la comunicación de los propios secretos con la garantía de no ser desvelados. Por otra parte la obligación del secreto coexiste con la obligación de desvelarlo, cuando no hay otra forma de evitar daño al individuo y/o a la sociedad.

El secreto profesional supone implícitamente el compromiso de no divulgar lo conocido en el ejercicio de la profesión. Tiene gran importancia por la relevancia de la salud y la transcendencia social de la confianza en que se respetará. En la relación sanitaria, el paciente revela frecuentemente su intimidad, que es necesaria para recibir la atención sanitaria. El profesional está obligado a respetar el secreto y la confidencia que ha recibido, aunque el interés social de la salud pueda obligar a desvelarlo.

Es evidente que la práctica sanitaria da frecuentemente acceso, sea de forma directa o meramente ocasional, a muchos aspectos de la vida particular, que el enfermo tiene derecho a no ver revelados. No sólo se conocen las dolencias que afectan al enfermo, sino también toda una serie de aspectos de su vida, relacionados o no con su enfermedad, que deben ser mantenidos en secreto por los profesionales de la salud.

Es distinto el caso en que la enfermedad de una persona, que no ha recurrido a nuestros servicios sanitarios, se manifiesta por síntomas externos, visibles a cualquier persona, sea por sus manifestaciones externas o porque el individuo toma una medicación en su presencia. Aquí estaríamos ante un «secreto natural», no profesional.

Por otra parte, la actividad sanitaria en equipo lleva al secreto compartido, que exige igual cuidado por parte de todos aquellos que lo conocen. Ese secreto no queda violado cuando se comparte dentro de los límites para una mejor atención clínica, pero se requiere una particular discreción para no incurrir en la práctica anulación del mismo. Existe una tendencia a disminuir el valor del secreto por el hecho de que es conocido por mas individuos y en este punto existen importantes diferencias culturales, pero la exigencia ética de confidencialidad no cesa por el hecho de tratarse de secretos compartidos por mas profesionales.

"Me sentí agradecido de poder responder rápidamente, y lo hice. Dije que no sabía."
Mark Twain

jueves, 19 de julio de 2007

LA CONSPIRACIÓN DEL SILENCIO. SUS CAUSAS


Un artículo de recomendable lectura es el de Javier Barbero, titulado el derecho del paciente a la información: el arte de comunicar, publicado en el Vol 29 supl. 3 de Anales Sistema Sanitario Navarro (http://www.cfnavarra.es/salud/anales/textos/vol29/sup3/suple3a.html)

Para este autor la llamada Conspiración del Silencio la podemos definir como el acuerdo implícito o explícito, por parte de familiares, amigos y/o profesionales, de alterar la información que se le da al paciente con el fin de ocultarle el diagnóstico y/o pronóstico y/o gravedad de la situación.
Según datos que ofrece este autor se daba en el 61% de los familiares, elevando otros estudios este dato al 73%.
Pese a lo avanzado en respeto a los derechos de los pacientes, quizás este sea uno de los aspectos menos comprendidos y más olvidados. El “destinatario de la información”, el paciente, es precisamente quien menos la recibe.

Transcribimos un fragmento del excelente texto de Barbero: “la justificación explícita que los familiares suele dar es del tipo: “no debemos aumentar la preocupación ni la angustia del paciente; por amor, tengo la obligación de protegerle, ya está suficientemente herido por la enfermedad; informándole no le aportamos nada positivo”. Con la conspiración del silencio el paciente puede sentirse incomunicado, no comprendido, engañado y esto puede fácilmente potenciar sintomatología ansiosa o depresiva con un componente importante de miedo y de ira. Además, esta situación disminuye el umbral de percepción del dolor y de otros síntomas e impide la necesaria ventilación emocional, no sólo para el paciente sino también para el resto de la familia. Si seguimos situándonos en el mundo de las consecuencias, tampoco podemos olvidar que se inhabilita al paciente para “cerrar” asuntos importantes que quizá hubiera querido resolver (desde legados testamentarios hasta aspectos más vinculares o emocionales) y que esta situación puede también dificultar la elaboración del duelo.

La impresión que da, y ésta es la segunda razón que explica la conspiración del silencio, es que la familia tiene dificultades para enfrentarse al sufrimiento de lo que sucede y que desearían negarlo. Como que “de lo que no se habla no existe” cuando en realidad, en muchísimas ocasiones, en este contexto “no contar puede decir mucho más que contar.” Desde esta perspectiva, tanto desde el punto de vista técnico como ético, conviene distinguir entre las necesidades reales del paciente y las de sus familiares y allegados.

Se han formulado diversas argumentaciones para la justificación ética de la conspiración, entre las que hay que incluir la dificultad de los profesionales en comunicar las malas noticias.
Los profesionales debemos ser conscientes de este hecho, y no por obvio no tratar de solucionarlo. Frente a la conspiración del silencio debemos defender el derecho a la información, y en definitiva el derecho a la verdad.

martes, 17 de julio de 2007

Vulneraciones de la dignidad del paciente

Una forma para apreciar la significación de un concepto ético es imaginar las implicaciones de su ausencia. La taxonomía de las violaciones de la dignidad propuesta por Mann (citado por Gallagher) ofrece las cuatro categorías siguientes:

A. No ser visto: Ocurre cuando una persona se siente que no le han reconocido ni se han reconocido suficientemente. Este autor cita situaciones en las que no hacen caso, no se le habla al paciente, con un contacto visual excesivo o evitado.

B. Ser visto, pero solamente como miembro de un grupo. Se ignora al individuo y solo se le reconoce la pertenencia a un grupo o raza (comunidad gitana, seropositivo, etc.).

C. Violaciones del espacio personal. Para evitarlas se hace necesaria la obtención de permiso para determinadas pruebas o exploraciones, o intromisiones en la esfera íntima.

D. Humillación: Este tipo de violación de la dignidad se relaciona con las críticas y separación del grupo, y la acentuación de la singularidad personal (exageración de defectos por ejemplo).

Bibliografía consultada: Gallagher A. Dignity and respect for dignity-two key health professional values implications for nursing practice. Nursing Ethics. 2004; 11 (6) 587-599

viernes, 13 de julio de 2007

La paradoja de la ignorancia

Este texto es parte de una ponencia pronunciada ante alumnos de enfermería, inspirada en un texto de Garzón Valdez titulada la paradoja de la ignorancia:

Tipología de ignorancias detectadas:

1º la ignorancia jactanciosa o presuntuosa. Oiréis decir “llevo tropecientos años en este servicio y nadie va a venir ahora a decirme como se hacen las cosas

Sin desmerecer la experiencia como fuente de conocimiento si, sabemos que a nuestro alrededor el mundo cambia. Y si no que se lo digan a las jeringas de cristal

2º La docta ignorancia o ignorancia ”puntual”: “las cosas son así y punto

3º la ignorancia o paradoja conjetural.- La aceptación del carácter conjetural de las practicas (no siempre hay una regla fija) ofrece un punto de relativismo e incluso de escepticismo, corriendo el riesgo de caer bajo el velo de la ignorancia. “bueno, todo es relativo….”

4º La ignorancia temeraria, es de carácter circular. Es cuando se intenta hacer una cosa por primera vez y uno no ha medido suficientemente los riesgos. Para aprender a nadar hay que lanzarse a la piscina, eso si por el lado que no cubre.

5º . Otra clase de ignorancia es la inconsciente o necesaria, esa es normal, la tenemos todos, no podemos abarcarlo todo y conocer de todo

Ignorancia docendi: “es que yo no valgo para explicar

7º la ignorancia del automatismo. Es la creencia que la principal contribución de las enfermeras son las técnicas que realizan o los medicamentos que administran y no en el cuidado

8º Una de las peores clases de ignorancia es la culpable o supina de la que deberéis alejaros como la peste. “contra menos sepas mejor” Desde un punto de vista ético, no todas las clases de ignorancia son equiparables. De esta dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua que es la que "procede de negligencia en aprender". Y esta postura como profesionales, es inadmisible, legal y éticamente.

9º La ignorancia sabia o la paradoja de la ignorancia: La sabiduría no consiste en la simple acumulación de conocimientos, sino el poder afirmar, con plena conciencia, como decía Sócrates: "sólo sé que no sé nada"..

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La ética de la investigación

CIOMS, tal como se la conoce por sus siglas en Ingles (Council For International Organizacions of Medical Sciences) ha desarrollado, en conjunto con la Organización Mundial de la Salud, un conjunto de pautas éticas internacionales para las investigaciones biomédicas con sujetos humanos, con especial atención a los estudios patrocinados por las naciones desarrolladas y llevadas a cabo en aquellas en vías de desarrollo.

Ver http://www.paho.org/Spanish/BIO/CIOMS.pdf para la versión completa en español de las pautas y los comentarios.

Para ser ética la investigación debe cumplir una serie de condiciones, de acuerdo con la pauta 1ª de la CIOMS :

"La justificación ética de la investigación biomédica en seres humanos radica en la expectativa de descubrir nuevas formas de beneficiar la salud de las personas. La investigación puede justificarse éticamente sólo si se realiza de manera tal que respete y proteja a los sujetos de esa investigación, sea justa para ellos y moralmente aceptable en las comunidades en que se realiza. Además, como la investigación sin validez científica no es ética, pues expone a los sujetos de investigación a riesgos sin posibles beneficios, los investigadores y patrocinadores deben asegurar que los estudios propuestos en seres humanos estén de acuerdo con principios científicos generalmente aceptados y se basen en un conocimiento adecuado de la literatura científica pertinente".

Una investigación puede ser mal diseñada o realizada, produciendo resultados científicamente poco confiables o inválidos. En este sentido, la mala ciencia no es ética. Las revistas deberían acogerse a una serie de principios o pautas para su publicación, lo cual sería una buena práctica.

(Parte de este texto se publicó en la lista gneaupp-ulceras el 29 de abril de 2007)